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Probablemente alguna vez te hayas percatado de que las personas envejecemos de forma diferente. Hay quienes llegan a la quinta década de su vida luciendo una piel relativamente suave y tersa, mientras que otras personas desde los treinta años comienzan a manifestar líneas de expresión profundas, arrugas y flacidez en su rostro. Una de las causas de esta situación es el fotoenvejecimiento.
En esta nueva entrada de blog te contaremos qué es el fotoenvejecimiento, cómo evitarlo y cómo contrarrestarlo.
El fotoenvejecimiento consiste en el deterioro gradual e irreversible de las fibras de colágeno, elastina y otras que dan firmeza a la piel, la mantienen lisa y ayudan a que se autorrepare. La principal causa del fotoenvejecimiento es la exposición solar sin protección, ya que la radiación solar exacerba el efecto del envejecimiento y de hábitos nocivos como el consumo de cigarro y los desvelos constantes.
Tomar el sol ayuda a sintetizar la vitamina D, lo cual es importante para nuestro organismo. Sin embargo, esta exposición debe ser limitada a alrededor de 10 minutos, y ante tiempos más prolongados se debe usar bloqueador, gorra, sombrero, sombrilla o ropa de manga larga para proteger la piel de la radiación solar.
El fotoenvejecimiento suele afectar a las partes del cuerpo más expuestas a la radiación solar: las manos, brazos y cara. Esto se debe a que la energía que genera el sol es transferida como ondas electromagnéticas que se propagan en diferentes direcciones; a esto se le llama radiación solar.
Alrededor de dos tercios de radiación solar llegan a la superficie de la Tierra. De estos, solo el 50% es luz visible para el ojo humano, y el 50% restante consiste en tipos de radiaciones que penetran la piel, como:
Es el 7% de la radiación solar, pero también es la principal responsable del fotoenvejecimiento. Se divide en tres bandas: A, B y C, pero la atmósfera filtra la mayor parte de los B y C, lo que significa que los rayos UVA son los que llegan a nuestra piel, y tienen la capacidad de penetrar en las capas más profundas para dañar las fibras de colágeno y elastina, además de participar en algunos cánceres de piel.
Por su parte, la radiación UVB tiene más energía, causa quemaduras en las primeras capas de la piel y es responsable de la mayor parte de los tipos de cáncer de piel.
Como mencionamos, es el 50% de radiación y también es responsable del 40% del daño que el sol causa en la piel ya que debilita la barrera de la epidermis y produce hiperpigmentación o manchas en la piel.
Aunque no se siente su efecto al traspasar la piel, es el tipo de radiación que más penetra, ya que puede entrar hasta 10 mm por debajo de la piel y aumentar la temperatura hasta 42°C. Es una radiación que se relaciona con el daño al ADN de las células, lesiones precancerosas y cáncer en la piel.
Los signos de fotoenvejecimiento suelen observarse en las zonas más expuestas al sol: rostro, cuero cabelludo, cuello, escote, dorso de las manos y antebrazos, y son:
El envejecimiento biológico o cronológico es un proceso inevitable, que se presenta de forma natural y suele estar determinado por la genética. Suele manifestarse con piel fina, flacidez, pigmentación uniforme, líneas de expresión y arrugas superficiales, puntos rojos pequeños y manchas pequeñas de color café con forma redonda y aspecto escamoso.
El fotoenvejecimiento puede llegar a ser irreversible si no se actúa a tiempo para combatirlo, es decir, antes de que comiencen a aparecer lesiones graves en la piel.
Los rellenos dérmicos con ácido hialurónico y toxina botulínica, el lifting facial y la radiofrecuencia facial son los tratamientos más recomendados para combatir el fotoenvejecimiento. Pero, ante todo, es indispensable acudir a valoración con el médico para que recomiende el mejor tratamiento con base en el fototipo de la piel, la edad del paciente, la gravedad de las lesiones y los objetivos a alcanzar.
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